Movilidad … con responsabilidad
Con la llegada de las Navidades, las grandes ciudades se preparan para la avalancha de turistas y visitantes y esto conlleva un sinfín de desplazamientos urbanos e interurbanos. El vehículo privado viene siendo uno de los medios preferidos, si bien esta forma de desplazamiento cada vez se vuelve más complicada, el corte de calles, la restricción de acceso a barrios céntricos, los atascos interminables o los aparcamientos completos hacen de estas fechas un “infierno” para acceder a los centros urbanos. No quedan indiferentes las decisiones que en materia de Movilidad urbana se toman por parte de las Administraciones Públicas, sobre todo a las puertas del periodo navideño. Hace pocos días se anunciaba por parte del Ayuntamiento de Madrid el posible cierre al tráfico privado de la Gran Vía, una de las arterias más importantes de la capital Española. Con ello se perdería la conexión entre los Ejes Moncloa (A-6) - Cuesta San Vicente (A-5) y el Eje Castellana.
¿Creemos que una decisión de ese calado reduciría la contaminación acústica o mejoraría la calidad del aire?
Una decisión así debe ir avalada por un análisis exhaustivo sobre el impacto en los flujos de tráfico para conectar diferentes áreas de la Ciudad. Otros ejes cercanos o calles de menor capacidad verían incrementar notablemente su tráfico hasta su saturación, por lo que habría que preguntarse, ¿es una decisión correcta?.
Se han tomado recientemente otras decisiones similares por las que el vehículo privado ha ido perdiendo presencia en favor del peatón y del comercio minorista (p.e. el cruce de la Puerta del Sol o la Calle Bailén). Parece lógico que el incremento de actividad comercial haya justificado estas decisiones políticas si bien...
¿Se están consiguiendo sinergias a favor de la mejora de la calidad del aire o de la reducción del ruido?
Aparentemente no. En pleno debate sobre las medidas correctivas incorporadas en el Plan de Calidad del Aire de la Ciudad de Madrid, debería analizarse si es preferible restringir el acceso al centro de las ciudades o fomentar otras políticas en materia de Movilidad que afecten a toda el área metropolitana circundante con el fin de evitar simplemente el acceso con el vehículo privado.
Unas ciudades lo han pretendido solventar con peajes a la entrada de las ciudades, Londres o Estocolmo son algunos ejemplos. Otras han preferido la creación de áreas peatonales o con regulación del estacionamiento en vía pública con precios elevados, con lo que se pretende “disuadir” el acceso. Ciudades como Amsterdam cobran 5€/h por aparcar en vía pública un día laborable.
Entre las medidas comentadas, Madrid está optando entre otras por el incremento de APR (Areas de Prioridad Residencial) en barrios céntricos y delimitados. Se trata de áreas vigiladas mediante cámaras donde se prohibe el paso a vehículos privados a excepción de residentes, taxis y vehículos de bajas emisiones (híbridos) o eléctricos. A los APR ya existentes de Embajadores, Las Letras, Cortes y el recién estrenado de Opera, se le unirán con toda probabilidad los de Justicia, Sol y Universidad, completando un perímetro cerrado de unas 435 ha.
El servicio de regulación en vía pública (S.E.R.) delimita dos grandes áreas, la zona central con tarifas más caras denominada Z.B.E (Zona de bajas emisiones) y la zona perimetral más barata. La diferencia es tan escasa entre ambas tarifas que no genera el efecto “disuasor” esperado.
No existe la fórmula perfecta a la hora de tomar la decisión correcta y cuando ésta se toma no contenta a todos los interlocutores por igual.
Lo que es cierto es que estamos ante la necesidad y responsabilidad de adaptar nuestra forma de vida y nuestra forma de desplazamiento a los nuevos tiempos, aprender a “movernos con responsabilidad” lo que permitirá mejorar nuestros Ecosistemas Urbanos.